La blancura natural de los elementos en estado puro me inunda de una sensación nostálgica, melancólica. Cierta emotividad es removida por la simpleza de la existencia.
El borde espumoso que separa al mar de la orilla rocosa, suave, salado, purificador y extractor de cualquier turbiedad o intencionalidad fuera de contexto.
El manto de nieve esparcido entre las vetas de las majestuosas montañas, invitándome a viajar al interior de mis añoranzas, a lo más profundo de mis deseos de conexión con el todo.
El afán intrínseco de volver a todos aquellos lugares que me invadieron de libertad, de calma, de pensamiento trascendente, de existencia absoluta.
La necesidad de reconectar con el mundo, con el cauce del río, con la comunicación sub terra de plantas y árboles, con las corrientes de vientos viajeros, con la potencia acumulada de los cerros y sus minerales, con mi piel rozando la naturalidad de tu cuerpo desnudo, con mis pensamientos que florecen y brillan cuando te ubico en mi primer plano psíquico, con mi calor interno destinado a impulsarme hasta el infinito de mi esencia no carnal y junto con todo este encuentro interiorizar mi constante evolución, la cual ha logrado caminar y avanzar a pesar de la adversidad ambiental y mental con la que se enfrenta en cada fracción de segundo lineal.
Llevo conmigo las sensaciones vividas en momentos pasados para apaciguar la energía de escape contenida en mi corazón. Puedo sentir la fría brisa que soplan las montañas de la cordillera rozando con mis mejillas y resecando el calor palpitante de mis labios. Puedo sentir el calor del fuego protector calentando a mi cuerpo, preparándolo para una noche gélida con el sonido fluido del agua de fondo. Puedo escuchar el cantar de los pájaros madrugadores que surge junto a los primeros indicios del sol. Son parte de mí, es mi tesoro interno, es mi refugio de paz, es la vida en todo su esplendor, la cual me recuerda las maravillas inmensas del porvenir.
La liberación de la aceptación, la calma de la autoresponsabilidad, la satisfacción de saberme merecedora de la constante abundancia. Soy el todo, el todo soy yo. Un grano de mí en ti, un grano de ti en mí.