domingo, 11 de noviembre de 2012

En un trance


Un cuarto oscuro, pero logro ver todo con detalles. Alguien entra y se acerca muy rápido hacia mí. Tiene una pistola. Una G17 para ser exacta. Me está apuntando. Suponía que esto iba a suceder, pero el miedo me invade totalmente. No hay nada que pueda hacer. ¡Mátame rápido! Puedo ver como la bala se acerca de a poco, tan lento que podría tomarla con las manos. Llega directo a mi pecho y mi cuerpo cae al suelo. La sangre está esparcida en mi ropa, tiñéndola de un fuerte color rojo.
Creo que es un hombre de edad indefinida el que se me tira encima y me hace cortes innumerables en las piernas, brazos y cara. El dolor es indescriptible y la sangre inimaginable. Tu imagen se aparece en mi mente. Me están matando y voy a morir pronto. Te extraño.
Mi mente vuelve a un lugar en particular. Lo recuerdo bien, pero no lo reconozco, no se donde es. Diría que es un cuarto, con una cama. La luz me dice que son las seis o siete de la mañana. Tú estás ahí. Pero solo recuerdo eso, me fui a un lugar, pero ya volví. Estoy de nuevo en el cuarto oscuro. Siento dolor y frío. Espero morir pronto, no me gustaría empezar a sentir hambre y aburrimiento. Estoy tratando de llamarte, pero no me contestas… Me pierdo.
Los latidos se vuelven más lentos y suaves. Mi respiración se limita y por alguna razón me da taquicardia. Se me nubla la vista, dejo de enfocar. Ya no sé si el cuarto sigue oscuro o no. Ya no se si pueda sobrevivir. Ni si quiera se si todo esto es real… Ya no estoy. Una lágrima se cae de mi ojo izquierdo. No es por el frío ni por el dolor, menos por el hambre. Tú no estás y yo me fui. Cierro los ojos y todo desaparece…

Mis ojos se abren y puedo ver la ventana de mi pieza. La hora es incierta. No hay cortes ni sangre. Un mensaje tuyo. Después de una hora quizás, logré darme cuenta de que todo fue un invento de mi mente, una mentira cruel.

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