sábado, 22 de junio de 2013

Generaciones fatales.

Tan fuerte y tan frágil a la vez. No sabe si puede tocarla sin destrozar su piel de porcelana. El mundo la ha herido y envenenado con sus críticas y su sistemático manejo de masas.
Ahora, con su cuerpo en plena oscuridad, sólo iluminada con la luz de la luna se ve única. Tan perfectamente imperfecta. Se despierta, alterada pero con cara de necesidad.
-Cariño, abre el vino blanco que tengo en las ramas del nogal y tráeme el disco de Pink Floyd que está debajo del penúltimo libro del último librero de la biblioteca. No olvides los cigarros de frutillas rusas.
-Las frutillas no crecen en Rusia, menos los cigarrillos. Perdón que te interrumpa.
-Las frutillas crecieron en las raíces del nogal. Historia que se repite desde la época de mis bisabuelos. Curiosamente llegó hasta mí. La chimenea está prendida. El fuego nace azul y ámbar. Corre y apágala.
-No voy a permitir que me ordenes cosas tan obscenas. Somos una pareja, personas distintas, nunca uno sólo así que toma distancia- se aleja y se distancia con una barrera rígida. Pero la ama. Es un sentimiento tan a vergonzante que lo hace llorar todas las noches-.
-¿Vas o no?- hace un gesto de levantarse de la cama para ir a buscar lo que le pidió pero la detiene-.
-Yo voy. Eres una peste, hija de puta, eres una peste. Una peste tan hermosa de la que no quiero curarme- lo mira de reojo con un poco de timidez. Él se levanta de la cama y el piso de baldosas color crema está frío, insípido-.
Camina por el largo pasillo de esta antigua casa y los cuadros lo marginan e intimidan. Dalí le da pinceladas de surrealismo en toda la cara. Los demás están quietos, no lo atacan. Sólo le hablan y le susurran la vanguardia en la que nos someteremos por naturaleza humana.
Lo único que quiere es llegar rápido al patio. Necesita  aire floral, el aire del rincón de jazmines. Los jazmines que le recuerdan a su madre cuando tocaba el piano después de las violentas peleas que tenía con su padre. Recuerda  cuando le rompía la cara a golpes con sus  ásperas y duras manos. Los lamentos se confundían con las tristes notas del preludio número 4 de Chopin.
Está en frente del nogal. Lo respeta pero no puede evitar vomitar encima de sus raíces que le recuerdan todo el tiempo a ella. Ahora, para poder concentrarse canta las notas de su madre mientras la lluvia cae dolorosa sobre él.
La escena termina cuando se apagaran las luces. En plena oscuridad se escucha el grito de la mujer con piel de porcelana.
Se prenden otra vez las luces. Podemos ver el baño matrimonial, con terminados en mármol, paredes altas y azulejos blanco-y-negro, como un ajedrez. Está él, melancólico y ella, fatalmente femenina. Ambos se miran en el espejo que cubre toda la pared frontal. Suena Comfortably Numb en el tornamesa de los años 50 que está en la pieza de la pareja.
-La única manera en que puedo mirarte directamente a los ojos es por medio de éste reflejo sin emociones. Te siento como una figura de cartón y en tu mirada veo un fino y caro cristal que está a segundos de romperse.
-No trates de descifrarme. Tampoco quieras creer que me conoces. Estoy cansada de tener que ocultarme en  excusas del porqué no quiero morir. Estoy en el anonimato, ahogándome en el Late Harvest.
-No, realmente no te conozco. Estoy durmiendo en la misma cama con una desconocida- mira fijamente al espejo- Y esa desconocida me está enamorando salvajemente. Engaño a mi mujer, a la que conocí por casualidad en un bar bohemio hace diez años con la Femme Fatale que ahora estoy observando. Tan hermosa y encantadora, tan enojada y sicótica.
Ella acerca su mirada al espejo y mira el reflejo de él. Golpea iracundamente con su puño el rincón de éste espejo, quebrándolo e hiriéndose su mecánica de tacto. Sus manos sangran y mojan el piso del baño.
-Quiero golpearte pero no existes. Lo único que puedo descifrar es tu olor, es el mismo desde que naciste- se amarra el pelo con el broche que viene desde generaciones. Un broche con forma de mariposa, hecho con oro blanco y diminutos diamantes-.
Ella se acerca llorando desconsoladamente hacia él, abrazándolo como nunca antes lo había hecho en diez años.
Con su mano ensangrentada macha toda la camisa planchada delicadamente por ella misma la noche anterior.
Olvidan todo y se desconocen. Lloran juntos, enfermizamente.
Queda la misma escena durante unos minutos y nuevamente se apagan las luces. Se escuchan los sollozos del público alternativo que está presente. El humo de los cigarrillos se eleva hasta el techo del lugar, creando una atmosfera de reflexión.
Se prenden las luces, pero muy tenues. Aparecen ellos, admirándose, casi luchando y discutiendo en un silencio más que tenso. Suena Time, con la introducción de los relojes  que exalta a todo el público, incluso a él y a ella.
De un momento a otro rompen la tensión cuando comienzan a besarse con un amor textual. Ambos están muy ebrios gracias a las dos botellas de vodka negro que se tomaron, el cual satura sus venas.
Comienzan a desnudarse con sutileza y ella comienza a llorar. Él se sienta en el sillón color índigo con detalles color cobre de su bisabuelo, en el cual pasó dos años sentado esperando la llegada de su amada perdida. Ella lo sigue y se sienta en sus piernas. Él calla paternamente su tristeza y su ausencia de padre en su niñez.
Se crea un lecho de recuerdos y una conexión que sólo pertenece a su momento dual. Son como una fotografía en tonalidades sepia, gracias al efecto de las luces.
Él se para y se mueve del conmovedor cuadro. Aparece con dos copas de cristal llenas de vino blanco y las lágrimas de ella.
Se encuentran en la biblioteca, recostados en la alfombra que se encuentra en frente de la chimenea. Luego de un diálogo que nadie entiende comienzan a entrelazar sus cuerpos desnudos, húmedos, necesitados, nostálgicos. Logran reconocerse en el interior de la Femme Fatale. Ambos lloran y conectan sus mentes en silencio, comentando el amor que sienten por el otro. Lo único que se escucha es el término de Time y la respiración agitada de ambos cuerpos. Todo este ruido silencioso hace eco en la gran biblioteca.
Luego de un rato, se encuentran recostados, uno al lado del otro. Toman sus manos izquierdas con fuerza y un tímido temor. Ella cierra los ojos y suspira su vida entera. Él saca un cigarro de frutillas rusas y lo prende con un fósforo que sólo ilumina la silueta de su cara.
-Te extrañé tantas noches de luna. La rutina nos superó y nos asesinó desapercibidamente. Te perdí por tanto tiempo. Estuviste muerto a mi lado tanto tiempo. El nogal se había marchitado con mis gritos de odio hacia ti- abre los ojos, lo mira y comienza a tararear el preludio número 4. Él apoya su cara en el pecho desnudo de ella y se pierde en sus latidos; en su voz que canta muy despacio. Su intensidad disminuye crónicamente-.
-Eres mi caída más dulce, eres mi veneno más sutil, eres mi peste más hermosa. Mi amante más única. Grítame la rebeldía que expulsa tu disconformidad.  Háblame en lenguas muertas para revivir las memorias de los fallecidos. Supera la rutina junto a mi cadáver. Ámame con toda la desdicha de los pueblos sometidos. Ódiame con todo el ardor que causa el alcohol en una herida infectada. Recuérdame como si tuvieras la memoria de un sauce y muéstrate tan desapercibida como un colibrí posándose en una flor. Todo eso pero siempre amándome, siempre de corazón.
Cierran los ojos como si hubieran muerto, pero predomina el sonido de los latidos. Comienza a sonar el piano del auditorio. Suena con tanta melancolía y temor el preludio número 4. Lo toca la madre de él mientras llora y sangra el dolor de su alma.

Del cielo caen mariposas muertas sobre ambas escenas. Se apagan las luces y concluye la obra con el fin enfermo de Chopin. Perdura el eco del piano en el teatro y el público se retira.

jueves, 13 de junio de 2013

Molly's lips.

Sólo quiero que despierte, me tiene preocupado. Ojalá que la cantidad de drogas que le di no le haya afectado tanto. Se ve impresionantemente hermosa con ese color en los labios, un tinte morado de un vino muy particular. Los somníferos lograron que el color se impregnara en su delicada boca.
Despertó y me pide comida. Quizás quiere galletas o un poco de agua. Quiero golpearla, necesito verla herida; sangrando y sufriendo. Pero a la vez quiero que me ame, que me necesite y me comprenda, siempre con una sonrisa en la cara, aunque sea forzada.
Realmente no soy yo, me convertí en mi peor enemigo. Eres demasiado libre para mí, pero sé que eso no te hace feliz. Tus alas están sucias, gastadas de tanta libertad, expuestas a tanta inocencia y juventud; a tanto aire nuevo. Por eso mismo te tengo aquí. Mi misión es cortar tus sucias y feas alas. No las necesitas si estás a mi lado.
Quiero observarte bien. Desde dónde estás no puedo admirarte en todo tu esplendor de dulce y delicada mariposa, tan nerviosa.
No, no te muevas así, no te hagas daño. Creo que la cuerda que puse en tus manos está muy apretada. Veo que ya tienes un poco de sangre en las muñecas. Por favor no llores, porque vas a contagiarme. Te necesito lúcida, a mi lado. Quiero un poco de ayuda para ayudarme a mí mismo.
Dime tu nombre. Ah, perdón por la cinta en la boca pero necesito silencio para pensar. Por favor no me hagas perder la razón. Escríbelo en éste papel; aquí tienes un lápiz.
Está muy asustada, pero ahora la deseo más que nunca. Siento como cae líquido por desde mis ojos. Mi amor por ella es más que sólo un simple trastorno. Trato de razonar pero mi mente sólo piensa en cómo empezar a desvestirla.
Polly, ese es tu nombre. Polly, Polly, Polly. Quiero gritar su nombre. Me provoca un incendio interior saberlo. Me excita el simple hecho de que cada parte de su cuerpo tenga su nombre impreso. Su pecho con un olor que ya puedo imaginar. Su cuello tan sutil y pálido y su boca deseable, adorable, morada gracias a la mezcla del frío y el vino que le di. No puedo respirar. Necesito quitarle de su oxígeno.
Quieres más comida, más galletas. No sé si pueda darte más. Pero lo que tú y yo sabemos certeramente es que tengo mucha cuerda, ésta cuerda que odias y te daña. No quisiera ahorcarte, pero si me das motivos no dudes en que lo haré. Te recalco, así no soy yo, éste no soy yo. Estoy alterado, muy nervioso, posesionado de mi personaje y cada tres segundos me dan impulsos, impulsos que me generan ganas de querer tocarte, pero sólo porque te amo, Polly. He sido real, totalmente sincero gracias a lo que siento por ti… Deja de gritar. Créeme que estamos muy lejos de todo; créeme que estoy muy lejos de mí.
Su piel es tan suave y tersa. Sus lunares incontables –traté de hacerlo-. Todo sería mejor si lo estuviera disfrutando o que por último no se moviera tan bruscamente. No puedo contenerme. Tengo sed de su cuerpo, me quema la lengua. Necesito el contacto de su alma desnuda con la mía.
Es un crimen. Voy a tener que matarla o mantenerla cautiva en éste lugar. Quizás hasta formemos una familia, un hogar. Ya puedo imaginarme a nuestros hijos con los ojos de ella, café caramelo muy intenso –aunque ahora con las pupilas muy dilatadas no me agrada tanto-.
Está tiritando en mis brazos. Puede ser que se sienta protegida con mi presencia. Lo malo es que no deja de llorar y cada media hora me pide más comida o agua, nunca ambas.
Ahora está acostada en el suelo. Desnuda, pero como no puedo soportar su sufrimiento la tapo con una frazada.
Polly, por favor deja de llorar. Te ves despreciable con los ojos tan hinchados y rojos. Cada vez te  veo más pálida. Espero que no te estés enfermando.
Sabes, necesito destrozarte la cara a golpes. Eres tan perfecta que me desesperas. Por culpa de tu cuerpo frío, rígido e hipnotizante no he podido dormir en tres días. ¿Ves mis ojos? Están cansados por tu culpa. ¿Ves estos cortes? Son causados por el aumento de mi “trastorno”, según los doctores pero yo aseguro que son por ti. Cada uno de estos cortes infectados y rebalsados en veneno es porque no me amas. Mírame y escucha gritar a mi alma. Estoy cansado de mí, pero de ti nunca, eres lo único que tengo. Después de anoche estoy completamente seguro de que esto es para toda la vida. Pero vas a tener que acostumbrarte o dejar el sufrimiento de lado. Te convengo, te he dado todo, ¿qué más quieres de mí?.
Me duelen los nudillos de tanto golpearla. Ahora está frente a mí.
Ahora su boca es tosca y está hinchada. Ya no puedo identificar sus lunares, su cuerpo está lleno de sangre. Desde aquí puedo escuchar su respiración agitada y sus gemidos de dolor. Ya hemos hecho el amor más de cuatro veces en un par de horas. Sigue siendo hermosa pero ahora sé que está a mis pies. Tengo el total control de la situación.
De a poco siento como se disuelven sus asquerosas y patéticas alas de inocencia y libertad. De a poco las marcas de las cuerdas se le infectan progresivamente. De a poco le voy disminuyendo la cuota de agua y de galletas –creo que es lo único que come-. Hace un rato me di cuenta de que sus clavículas sobresalen más de lo normal y que los huesos de su cadera están más pronunciados. Comencé a golpearla por eso. Me di cuenta de que tengo marcas en el abdomen, obviamente por  su culpa. Cada vez que me subo encima de ella incrusta sus huesos con rabia, odiándome. Lo hace intencional, estoy seguro que no es por mi culpa.
Polly, lo lamento tanto. La fractura de tu brazo fue un accidente. Cuántas veces te he dicho que poner resistencia es lo peor que puedes hacer. Tienes que ser lo más sumisa posible. Eso sí, admito que se me paró un poco cuando sentí tu cúbito trasladándose de lugar. Ni si quiera te imaginas cuando empezaste a gritar. Tienes una voz hermosa, deberías ser actriz. Según yo, la actriz no es nada sin una estupenda voz, debes hacerte notar, Polly. Hay veces que no te siento, como si de a poco te fueras alejando con las demás mariposas.
Sí, Polly. Claro que algún día te dejaré salir. No le causarás problemas a nadie, menos a mí.

Después de matarla mi plan es tirarla en los cerros o algo así. Como en las películas. Pero quiero darme el placer de flagelar su cuerpo, para luego cortar sus extremidades y guardarlas en bolsas plásticas. Ya decidí quedarme con sus labio, lo demás puede desaparecer.