miércoles, 30 de julio de 2014

Vacaciones en el más allá.

"El caminar kilómetros durante toda tu vida te hace creer que algún día llegarás al fin de todo"

Día 1
El trayecto fluye como debe. Nos llevaron el tiempo suficiente y caminamos lo que no creíamos. Llegar aquí es como viajar en el tiempo hacia el pasado, pero contigo es más especial. Los árboles, los olores y hasta el río siguen igual, nada cambió.
Un lugar tranquilo y bonito es suficiente para descansar. Podemos dormir dentro del río si es necesario, contigo el frío es algo que no conozco; para mí, es ausencia de ti.
Es como si el tiempo no fuera junto al movimiento del sol, es como si el sonido de agua fuera lo único importante que disfrutar, es como si las estrellas quisieran dar algún mensaje muy importante, es como sentirte tan cerca y tan unido a mí, es como si no necesitara nada más.
Subimos hacia un punto de concentración energética tan potente que siento como los cerros se agrupan por tamaño, por color y por intensidad. Los puntos luminosos del cielo nos comprueban que el pasado es el presente para algunos y que el futuro es algo incompleto, desconocido. Las estrellas fugaces conversan entre ella creando diálogos extensos y complejos. Un poco de pisco aumentará mi capacidad para contactar antiguos espíritus y contactarme contigo, que estás perdido en la inmensidad del paisaje, como todos los demás.
Podría quedarme aquí para siempre y sobrevivir sólo con sol, agua, energía y tranquilidad.
No quiero desperdiciar la real conexión que existe en éste lugar y cambiarlo por un sitio distorsionado e incomprensible. La verdadera espiritualidad no se compra con nada, es algo netamente personal y único. No es un precio determinado, no es un montaje, no es personajes de farándula, no es estatus social. No vale la pena desperdiciar y contemplar lo rico que sabe éste vino cerca de una fogata, escuchando como avanza el río y partiendo nuestros labios con el frío.

Día 2
Un almuerzo-desayuno con una compañía desconocida y muy agradable. Lo bueno de volver a las cosas simples y primitivas; agua sana y fuego natural. El río aun suena vigoroso, con fuerza y determinación. Mi cuerpo me sigue demandando tu presencia, es algo que no quiero evitar.
El día pasó rápido, la luz se hizo presente unas pocas horas. Nosotros sólo quisimos dormir como todos, eliminar cansancio y dolores. Taparte porque sé que tienes frío, acercarme lo más posible porque creo que es lo que me pedirías, perderme en tus sueños porque así es como me gusta.
Me despierto con la urgencia de hacer algo que olvidé justo cuando te vi durmiendo. Volví a dormirme, no quise molestarte. Son las 6, quedan los últimos rayos de luz y recuerdo que tengo que comunicar mi existencia, ya que hasta ahora sólo los que me han visto saben de mí.
Es una bonita noche con la cual te complementas tan bien y ni siquiera eres consciente de ello. Tú sólo caminas y tomas mi mano; con eso estoy más que conforme.
Volvemos y preparamos una comida comunitaria desbordada de buena energía. El fuego nos ha salvado del frío, del hambre y de la oscuridad, a pesar de que mi vista ya se modificó, tus besos me alimentan y mi boca se hiere cada vez más con los cambios de temperatura.
El pisco y el vino pasan como agua por mi garganta, refrescandome, casi como reviviendome y matándome a la vez. Mi promesa de no dejarte nunca y la tuya de llevarme a salvo a la carpa para dormir profundamente. Siento que no te vas hasta que me duermo, quizás no es así pero lo creo, parecía algo lindo.
Cuando llegas creo escuchar que me preguntas si existe un lugar para ti aquí adentro; sabes que siempre hay uno en cualquier parte que esté yo.
Me perdí en mis vidas pasadas, volando con las estrellas y fluyendo con todo. Estoy completa, me siento en plenitud y en constante sincronía con el universo. La última imagen que tengo es la de tu cuerpo imantado al mío.

Día 3
Es temprano y el sol no alumbra. Las nubes cubren el cielo y espero que siga así para cuando nos vayamos.
No quiero irme, podemos quedarnos aquí si quieres. Aunque sea una idea irreal éste lugar aportó a cada uno y llenó de paz tres días de nuestra vida, los cuales marcaron alguna parte del mundo.
Me parece inolvidable que me preguntes cosas que están dadas por hecho y que aun así lo hagas; ya me tienes. Se me hace increíble estar llegando a mi casa, después de tanta paciencia.
La mejor forma de terminar el fin de semana es contigo, viendo cómo atardece, recordando canciones y fumando unos cigarros son sabor a ti. Realmente creo que cada día te quiero más.

miércoles, 23 de julio de 2014

Amor cósmico

Será necesario escribir cada principio y cada fin de mes, para tener una idea del progreso.
Escuchar una balada lenta de trompeta y saxofón.
Adecuar la luz para agregar un tono sepia y antiguo a mi desvelo.
Imaginarme en alguna calle iluminada solo con faroles, escuchando un tango que proviene de algún lugar no muy lejano.
Saber que afuera está lloviendo pero no poder asimilarlo.

Porque cada vez que me despierto en la madrugada es para saber que sigues ahí, durmiendo, en un tercer mundo y yo en éste, tan irreal a la vista pero verídico al tacto. Mirarte es mi pasatiempo favorito, mientras no sepas que lo hago; se vuelve más emocionante y casual.

La necesidad que tengo de endulzar mi cuerpo y mi mente para ser un placer en tu vida y lograr endulzarla también.
Que me falten la mitad de las palabras para explicarte cada vez en qué estoy pensando -porque a veces no lo sé y porque siempre tiene que ver contigo-.

Quiero encontrar la forma de hacerte brillar, de verte crecer y admirarte como subes cada vez más alto. Llévame contigo en cuerpo o en alma, en mente y en cuerpo, en vida o sin, queriéndote o amándote; sólo llévame.

Será la forma en que me miras cuando supongo no verte pero finjo.
O quizás sea en cómo late tu alma cuando estamos juntos.
Puede ser que sea mi energía que se vuelve más intensa cada dos minutos y contando.

Si sólo pudiera hacerte confiar, hacerte creer. El jamás no existe ya que algún día me voy a morir y si no es por eso, ya mis palabras dejan de tomar sentido, y cuando eso pasa es porque me doy vueltas en la misma idea, y luego de eso tengo que parar porque es bueno renovar y buscar nuevas razones para quererte más y necesito bastante espacio en mi cabeza para imaginar todos los viajes terrenales y espaciales que haremos algún día... No me olvides ni en un mínimo esfuerzo de recordarme.

viernes, 4 de julio de 2014

Las razones del por qué.

"Me resisto a escribir algo, es como si no quisiera hacerlo -la verdad es que lo necesito-.
Tengo flashbacks, las ramas del parrón se mueven y enredan, creando una ilusión óptica pa' la cagá -y ese árbol con ojos no para de mirarme desde ese día-."

El dibujo que hago con tanta dedicación, mi indecisión sobre algo que ni siquiera sé si va a pasar. El frío, las nubes oscuras, la lluvia estancada, tus manos en mi espalda, mis manos en tu pelo, mis ojos en los tuyos y los tuyos cerrados -en otro lugar, pero sabes que estoy aquí-.
La desesperación, la sensación de león enjaulado, lejos de su manada.
Mi corazón de piedra en el cajón de tu velador. Las letras juntas de forma armónica. Ese extraño cuenco tibetano que no puedo dejar de tocar.
Si me duermo descanso. Si me duermo pierdo. El que se duerme pierde.
El olor especial de tu piel. El olor de tu piel junto con la mía, complementándose y creando una atmósfera de paz.
La mirada esquiva que insiste en no fijarse, ¿o acaso no quieres fijarte en mí?
Mi letra más poética y el pulso más fijo. Nuevamente mi corazón de piedra.
Lo que me invitas a hacer, lo que me provoca de ti.
La lagartija en tu brazo y el hormigueo en mi cuerpo.
El día más nublado del año, del cual jamás me percaté.
La casa atemporal. El "nosotros" me recuerda a algo sin tiempo.
Tus latidos que no tienen tiempo, tanto así  que cada cierto tiempo verifico tus signos vitales.
-Podría morir ahora y estaría satisfecha-.
Mi cuerpo que cada vez de hace más liviano, la fuerza de gravedad que a veces olvida su participación en mi vida.
Esa seguridad al dormir tan cerca tuyo, esa necesidad de romper mi propio récord de besos en el día, esa desesperación que me da al sentir que mi cuerpo se hunde en el tuyo.
La sensación de caída libre entre sueño y sueño. Soñar lo que tú, antes de dormir. Dormir y soñar lo que yo, lo que tú, lo que ellos y lo que nosotros.
El síndrome de abstinencia durante la semana.
Conocernos de vidas pasadas.
Tu intento de indiferencia, ya que los míos siempre fallan.
El vértigo que siento arriba del trapecio y la adrenalina de saber que cada vez voy más lejos.
Los castillos en el aire que te construí antes y mi intento de lograr enraizarlos.
Y aparte de todo lo anterior, el cómo puedo pensar tanto en ti, en diferentes escenarios y formas, en tan poco tiempo. Esas y muchas más son las respuestas a tu típica pregunta: ¿Por qué me querí?