martes, 7 de octubre de 2014

No me falles, nunca

Nuestros cuerpos moviéndose sincrónicos
al son de la oscuridad, a mi hora favorita.
 Tu boca tratando de buscar la mía,
casi en un acto de desesperación y necesidad compulsiva.
Yo te necesito, toco tu cuerpo tan potente y no lo puedo creer;
viajo a otros mundos
y me impresiono de lo magnéticos que podemos ser juntos.
Siento una inmensidad en mi pecho,
una sobrecarga emotiva que desborda mi corazón
y siento cómo quieres decirme todo sin abrir tu boca,
sin pronunciar ninguna palabra;
lo guardas todo para el final,
para la hora de separar nuestras pieles imantadas
y sepultar como cadáveres
nuestras ganas de vivir así
para toda la eternidad.
Siento impotencia  y angustia incontrolables, tenerte tan lejos siendo que sólo nos separan un par de insignificantes paredes.
Me cuesta despegarme de tu imán positivo. Dejar de sentir tu calor, tan humano. Tus manos tibias en mi espalda. Las piernas entrelazadas. Tu pulso tan desigual y particular. Escuchar tus sueños y calmar mi ansiedad.
Debo dejarte, mi cuerpo y mi mente están cansados. Me detienes con ánimos de declararme- en la borrachera del momento- tu amor eterno, tu compañía incondicional.
Tus labios sólo pronuncian un par de palabras, pero tu alma sale por tu boca para recubrir con sutileza mi corazón enamorado, con una unión simbólica y espiritual inquebrantable.
Nuestras almas cada vez se unifican más, seguimos en línea recta.

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