sábado, 4 de mayo de 2013

Todo da vueltas, casi ni se nota.


Veo como todo está girando. Hace como dos horas estoy perdida en las luces que cambian, manteniendo una conversación interesante. La fuerza logra mantenerme pegada a alguna parte. Grito con rabia, tratando de sacar la mierda que tengo en la cabeza. Miro a los asientos que me miran y te veo a ti, con una mirada diferente, me miras. Grito con más fuerza ¡Conchetumadre, desaparece! Me paro del asiento mientras todo sigue cambiando de lugar al minuto de girar. Escúchame, me fundo en ti, no puedes estar tan cerca.
Me doy cuenta de que me duele todo el cuerpo y siento que mis músculos se contraen. Estoy sangrando, me caigo afuera de todo, afuera de mí, afuera de ella, con ella.
El techo tiene un bonito terminado y si te fijas bien es fácil y entretenido perderse en las figuras que se forman. Voy al baño y me meto a la ducha con ropa. Piérdete, piérdete. Escucha el agua o la canción que tienes pegada. Puedo escuchar su pecho dormido. Pude escuchar mi corazón florido. Tú, tú, tú. Tu boca respira cerca de la mía. ¡No pienses!, escucha la canción, está bonito el cielo, puta que hace frío. Lado derecho de la cama, lado derecho de mi cerebro. ¡Me mienten! Para de hablarme, deja de persuadirme con esas ideas sistemáticas. Corten la luz, que se escondan en la oscuridad. Primer piso, no sé qué sala. Baño con sonido. Sala de reuniones, un sillón de aire. No es necesario. Para de pensar, por favor para.
Agua, tengo las zapatillas pa’ la cagá. El pelo mojado me tapa los ojos. La música está fuerte, me molestan los oídos. Me los corto y ahora el agua es rubí.
Tus manos en mi espalda. Cuenta si están mis vertebras y todos mis lunares. Me estoy ahogando. El baño se inundó, mi cerebro se derramó y Gricel ya voló.
Oye, hueona, bajémonos acá;  nos queda más cerca.
Dale, pero rápido. Ya empecé a toser sangre. Mierda, me manché las manos.

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