En realidad no quiero pensar. Quiero perderme en las conversaciones
ajenas o en la música que suena de fondo desde alguna dirección opuesta. La sala
está saturada. El aire no entra por las ventanas y el ruido se encierra. Está todo
tan monótono, me molesta. Necesito salir a mojarme la cara y tomar agua. No he
comido nada pero todavía siento el nudo en la tráquea, obstruyéndome la entrada
y salida de cualquier cosa.
Ahora, caminando por la calle sin luz y creo que sin
compañía ( o en volá si estoy con alguien pero no me he dado cuenta). Todo esto
me genera convulsiones repentinas.
El primer día de mi vida y te necesito. No sé si quiero
evitar pensar eso o quiero provocarlo seguidamente.
Me sentí en algún momento, por un ínfimo segundo, completa,
sin vacíos como hoyos negros. Pero fue sólo un segundo silencioso e invisible
porque después del comienzo del contacto se sintió el hielo corriendo por mi
cara el milisegundo siguiente. Me acordé de mi aspecto y caminé rápido al baño
para hundirme en el blanco infeccioso. Creí que venía hacía mí, porque me había
visto y había percibido lo mismo que yo. Pero sentí un olor y voz conocida, más
diaria y un alma que me gritaba consuelo, comprensión. Después de un rato de
ver mi cara de escoria me lavé los ojos, tratando de borrar lo que he visto y
lo que me imagino también. Gricel me gritó al oído, desordenándome las ideas y generándome
unas ganas inevitables de vomitar. Me quiero ir a la sala, tengo mucho frío. Por
favor no me mires directamente pero demuestra que sentiste lo mismo que yo, te
lo pido. Mandé una mariposa de cenizas hacia tu dirección. Prefiero tragarme la
sangre y hacer como que no siento nada, a botarla, sentirla en mi boca y ver lo
patética que es, tan pálida, tan sin razón, tan parecida.
No sé si estoy muy engrupida con el cuento o realmente
existen todas las metáforas de las mariposas, la simbiosis, las conexiones y el
significado de todo.
Me acuerdo de éste lugar. El aire se ve de colores y hay un
olor a jazmín muy conocido. Cada vez que quieras voy a estar aquí. Hasta el día
que no recuerdes nada y dejes de existir. “No
hablemos de lo nublado que se ve el cielo o de lo mal que está todo. Sé que la
mayoría de las cosas van mal, pero te aseguro que…”. Según Gricel, el cielo
brilla.
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